EN ESTE HOTEL ME QUEDO
El in crescendo de un escritor es consecuencia de su crecimiento como
lector, como ser humano, como observador del mundo, y es, ni más ni menos, lo
que el público espera, si bien esta ilusión suele ser rota a veces por ese
nuevo título que nos decepcionó o no nos gustó tanto como el anterior de tal o
cual autor. Si la expectativa aplica para los narradores veteranos y con muchas
publicaciones no es menos exigente con aquel cuya segunda obra apenas salió a
la luz. ¡Bendito aquel que se supera entre el primer libro y el segundo! Y este
ha sido el caso de Gabriel Payares con su libro de cuentos Hotel.
Cuando
bajaron las aguas le hizo ganador del concurso de autores
inéditos de Monte Ávila Editores en 2008 y por fin estuvo en las librerías en
2009. Ya se notaba en los relatos que lo componen esa malicia y clarividencia
para contar que hacía prometer creaciones aún más brillantes, y efectivamente,
eso fue lo que pasó. Hotel, editado
por Puntocero en 2012, es un conjunto de siete relatos (que cuenta con un
prólogo de lujo de Ednodio Quintero) en los cuales se percibe de entrada que
los personajes están en huida o en búsqueda de algo que no es otra cosa que
ellos mismos, en lugares transitorios, estancias de paso que no son el ambiente
definitivo donde quisieran estar, pero que al fin y al cabo son ámbitos
necesarios para que el lector pueda sopesar cada historia en su exacta
dimensión. En estos cuentos el lugar es un personaje tan determinante como los
hombres y mujeres que los ocupan: una natal y desconocida Londres, una capital
latinoamericana para exorcizar un amor, una oficina de juntas, un hotel, una
remota islita japonesa donde se está y no se está a la vez. Sólo son ejemplos
de por qué el título Hotel le cae
como anillo al dedo al libro. Esa
sensación de intensa fugacidad de ciertos ratos en la vida que termina
marcándonos es el tópico recurrente y común que Payares desarrolla como un
experto de las emociones con una prosa que no olvida detalles, que no se
regodea en vano, rebosante en reflexiones de una profundidad filosófica y
estética que no es común leer en un
segundo libro de un autor que apenas llega a la treintena de años. Hay
fragmentos de algunos relatos tan desglosados en sensaciones y disertaciones
que parecen no dar lugar a una línea más, a una idea adicional, porque no
harían falta.
Seis de los siete relatos están
narrados en primera persona. Cuando esto se coteja con la biografía del autor
disponible en internet es imposible no pensar que el alter ego de Payares ha
asumido la voz cantante en ellos, o quizás conscientemente nos está dando
pistas de su vida, un rastro aquí, otro por allá. ¿Qué escritor no lo ha hecho?
Con el paso de las páginas da la sensación de que un mismo personaje se
desdobla cuento tras cuento. Entonces, lo que en apariencia es un lugar común o
un recursivo atajo para contar la historia resulta ser el modo idóneo con el
cual logra su máxima efectividad: transmitir el contenido de un universo en
pocas páginas.
Mis relatos favoritos son los
siguientes:
1 . 1. Réquiem en Buenos Aires:
El narrador vuelve a la capital argentina a rematar el recuerdo de un amor
siempre presente. Deliciosa lirica en sólo seis intensas páginas.
22. Samsara:
El día del ataque terrorista a las Torres Gemelas, un escritor frustrado encuentra
sin querer un libro que contiene papeles
delatores de una infidelidad de su esposa. Aparentemente no hace nada pero
botar e libro le ayuda a tener el titulo
de una novela por empezar y la sensación de que la vida y el amor son una
constante repetición sin moraleja ni noción de karma.
33. Hotel:
En un viaje de negocios, el huésped protagonista cuenta las condiciones de su
estadía en un hotel donde, de repente, los trabajadores lo desconocen, como si
nunca se hubiese registrado. La sensación de encierro y un tono evidentemente
influenciado por la cinta The Shining
de Kubrick son palpables en el relato.
Si hay alguien que entre su primera
y segunda obra dio un salto notorio y nos ha dado a los autores noveles una
bofetada de madures narrativa, es Gabriel Payares. Sin restarle valor a la
complejidad intrínseca de la elaboración de un cuento, pienso que el autor está
listo para presentarnos su primera novela. Por el momento, puedo afirmar que
hospedarme en su Hotel fue una
experiencia de cinco estrellas, y lo recomendaría a cualquier
turista-lector.
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